Para aquellos que quieren desconectar un par de días, saborear historia y arquitectura románica, pasear por calles antiguas o disfrutar de un buen cocido lebaniego, Santillana del Mar es el sitio. Situado a 30 kilómetros de Santander, Santillana del Mar es un paraje en la cual descubrir la mejor gastonomia, rutas imposibles, gente única en un paisaje maravillosa.
Es una de las localidades de mayor valor histórico-artístico de España y el principal foco de atención turística de Cantabria, lo que le convierte en uno de los lugares más visitados y atractivos de la región.
Santillana del Mar es un museo vivo de una villa medieval desarrollada entorno a la colegiata de Santa Juliana, aunque la mayoría de sus caseríos corresponden a las diversas aportaciones arquitectónicas de los siglos XIV al XVIII. El centro histórico de Santillana solo se puede visitar de pie.
Os recomiendo el hotel Casa Del Marques que es un pequeño hotel que fue la residencia del primer marques de Santillana.El hotel tiene tan solo 14 habitaciones y se encuentra en el centro del pueblo. Al atravesar el umbral de este hotel, tendrás la sensación de retroceder a la pasada época medieval aunque disfrutarás de todas las comodidades actuales.
Totalmente equipado, este hotel esta lleno de historia, a la entrada les sorprenderá la escalera de una pieza, la cual pertenece al tronco de un roble con más de 700 años, esta ha sido intocable , en la cuidada restauración a la que se sometió esta casa. Con unas instalaciones de última generación , se mantiene el equilibrio entre lujo ,tradición y confort.
Es una casa encantadora, muy bien decorada y con un personal excelente. Se sirve desayuno, pero no tienen restaurante para la comida o cena, pero en en pueblo mismo hay sufiente para eligir. Una estancia muy agradable y especial.
Cosas que ver en Santillana del Mar
Colegiata:
La transformación del antiguo monasterio en Colegiata se produce a mediados del siglo XII, época en que se edifica el templo actual, en estilo románico, que es el más amplio de la cornisa cantábrica. Su estructura de tres ábsides y tres naves sigue el modelo de Frómista y del románico internacional que penetra en Castilla por el Camino de Santiago.
La escultura de su porticada, capiteles y canecillos evocan los temas fundamentales de la religiosidad medieval, en particular la lucha entre el Bien y el Mal, y la necesidad de la penitencia y el perdón para salvarse de las penas del infierno. Este mensaje se muestra a través de alegorías y símbolos animales (leones, pelícanos, palomas, cuervos, serpientes, cabras…) y vegetales (manzanas, helechos, acanto, lirios, vid, uvas, piñas…) así como algunas escenas humanas.
En el centro del crucero se erige el sepulcro de Santa Juliana, cuyas reliquias se guardan en la arqueta del retablo con los escudos de la Casa de la Vega.
Un elemento de especial interés lo constituye el claustro adosado a finales del siglo XII y principios del XIII al muro norte de la iglesia. En una primera fase se levantaría el ala sur y una parte del ala oeste; ya entrado el siglo XIII se completaría este ala y se construiría el ala norte. El lado este es de época posterior (siglo XVI) y no sigue las directrices del estilo románico.
La Cueva de Altamira
En la Cueva de Altamira se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la Prehistoria. Pertenece a los períodos Magdalenie. Su estilo artístico constituye la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas. En menos de 5 km a la redonda se han descubierto varias otras cavidades con arte rupestre, incomparables con Altamira. Contiene pinturas policromas de animales, grabados, pinturas negras, rojas, amarillas y violetas que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. Es considerada «la capilla sixtina» del arte rupestre. Es además desde 2007, uno de los 12 Tesoros de España.
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